En la esquina de avenida Sarmiento, antes de llegar a la Avellaneda, un pequeño bar y café parecía destinado a cerrar sus puertas para siempre. El dueño, Héctor Esteban Palma, había tomado la difícil decisión de rendirse ante la falta de ventas y las presiones económicas. Sin embargo, un gesto inesperado transformó su destino: un posteo en Facebook, escrito por un amigo, desató una ola de solidaridad que llenó el local y le dio una segunda oportunidad.

Esteban, de 51 años, es un trabajador de la gastronomía con 35 años de experiencia. Durante años fue bandejero y mozo, hasta que en 2015 decidió cumplir su sueño de tener un bar propio. El camino no fue fácil. Luego de perder el contrato de su anterior local en Crisóstomo Álvarez, llegó al actual espacio en octubre de este año. 

FOTO DE SANTIAGO GIMÉNEZ

“Elegí este lugar porque hay mucho movimiento, con el Banco Nación y la Caja Popular cerca, pero no pasó lo que esperaba. Las ventas eran muy bajas, y no tenía cómo sostener los costos”, cuenta Esteban, mientras sirve un café tras el mostrador.

El día que todo cambió

El pasado jueves, cuando Esteban ya había pactado con la inmobiliaria rescindir el contrato y entregar las llaves a fin de mes, su amigo Juan José Castaño llegó al bar. Al enterarse de la situación, le pidió permiso para tomar una foto y compartir un mensaje en un grupo de Facebook. Ese posteo, en el que pedía a los tucumanos que ayudaran al emprendedor, se viralizó rápidamente: acumuló más de 13.000 compartidos, 22.000 reacciones y 9.600 comentarios.

“Al día siguiente, el viernes, el bar estaba lleno. No lo podía creer”, recuerda Esteban, emocionado. Durante el fin de semana, trabajó más que nunca: “El domingo, que antes era el día más tranquilo, duplicamos las ventas del sábado. Fue una locura”.

"Nunca me imaginé tanta solidaridad"

Clientes llegaron desde todos los rincones de Tucumán, desde El Timbó hasta Leales. Algunos, que ya eran habituales en su antiguo bar, también se acercaron para darle apoyo. “Me emociona porque la gente no solo venía a consumir, sino que se presentaban, se sacaban fotos y compartían el video. Muchos me daban palabras de aliento”, dice Esteban, con los ojos brillosos.

El impacto de la publicación en redes también atrajo la atención de influencers locales, como “Bocadito de Amor”, quienes lo entrevistaron y ayudaron a que más personas se sumaran a la causa.

Un mensaje para otros emprendedores

“Esto me dio una lección de vida”, reflexiona Esteban. “A otros emprendedores que estén pasando por lo mismo, les diría que tengan esperanza. Yo estaba a punto de rendirme, pero gracias a la solidaridad de la gente, estoy acá. Nunca sabes quién puede tenderte una mano”.

Por ahora, Esteban tiene un mes más para estabilizarse y evaluar cómo sigue el negocio. “Quiero seguir trabajando, continuar el contrato y que esto sea sostenible. Estoy muy agradecido con todos los que se acercaron, compartieron y me apoyaron. Sin ellos, esto no sería posible”.

En el bar, un cartel reza: “Si nunca lo intentas, nunca lo conseguirás”. Esa frase, que Esteban colocó mucho antes de esta inesperada ola de solidaridad, cobra hoy más sentido que nunca.